NO SEAN PEREZOSOS

 


“No sean nunca perezosos, más bien trabajen con esmero y sirvan al Señor con entusiasmo.” Ro.12:11

Quizás nunca haya escuchado la palabra “procrastinación”, pero es posible que usted tenga esta acción por costumbre y se haya convertido en un “procrastinador”, así como lo oye. La procrastinación, es el hábito de postergar o posponer  actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones irrelevantes o agradables. En otras palabras, es dejar para mañana lo que se debe hacer hoy, y hoy me ocupo de lo que me gusta y quiero hacer. Esto no es otra cosa más que “irresponsabilidad”.

La mayoría de nosotros hemos caído en este mal hábito, lo cual, lamentablemente, disminuye notoriamente nuestra productividad y nos empuja al estancamiento, sin que podamos obtener algo realmente bueno. Realmente, todas las personas tenemos nuestra “procrastinación”, en diferentes proporciones, pero la tenemos.

¿Cómo se refleja en la vida diaria?

Usted tiene una tarea muy importante que realizar, como estudiar la lección para el martes que le fue asignada. Una mañana se prepara para comenzar a estudiarla y hacer una buena presentación. En ese momento se da cuenta que tiene hambre y que no puede estudiar así.  Va  a la cocina y busca algo para comer; cuando va a comenzar, se da cuenta que no puede comer sin tomar algo, así que va a la pulpería y se compra una gaseosa. Cuando terminó de comer, piensa que no puede dejar platos sucios, así que va y lava su plato y todos los que encuentra sucios, no quiere nada de platos sucios. En eso recuerda que todavía no ha estudiado la lección, y decide iniciar, pero antes de hacerlo, por qué no chequear su Facebook, puede haber publicaciones interesantes. Chequea y escribe unos cuantos mensajes. Cuando ya pasó algún tiempo, decide volver a la lección, pero en ese momento recuerda que hay ropa húmeda y que hay sol, es necesario aprovechar para que la ropa termine de secarse. Cuando decide terminar la lección, es hora de su programa favorito y decide estudiar después de verlo. Y así, llega la noche y usted no ha estudiado la lección. Por la noche piensa, voy a estudiar en la mañana que estaré más fresco.

Si usted tiene este mal hábito, contrario a la disciplina y a la productividad, acá tiene unos cuantos consejos para deshacerse de semejante comportamiento:

1.    Sea consciente que la procrastinación afecta su productividad, y que no cumple con las actividades que se requieren de usted en tiempo y forma.

2.    Detecte los hábitos que lo hacen un procrastinador, hábitos como el constante uso de las redes sociales, uso excesivo de su Smartphone, el cual le da un acceso ilimitado a todos sus amigos por medio de internet, entretenimiento desmedido en la TV. Haga todo lo posible por eliminar estos hábitos.

3.    Organice su tiempo de acuerdo con sus actividades. Esto le ayudará a distribuir mejor las cosas que tiene que hacer para que sean pequeñas cosas y no un cúmulo de cosas acumuladas por realizar.

4.    Celebre sus logros, esto es un potente estimulante para mantener una disciplina constante para cumplir con aquellas tareas que tenemos en agenda. Darse un premio por una tarea realizada lo motivará a volver a realizar dicha tarea con toda diligencia. La recompensa es un gran estímulo, porque si la gente se premiara por algo que les daba pereza empezar, sería fácil.

5.    La ley de los cinco minutos, si nos esforzamos a hacer lo que nos da pereza solo por cinco minutos, generaría en el cerebro la ansiedad necesaria para acabar la tarea.

Quiero recordarle que tener este mal hábito puede llevarlo a sentir ansiedad, sencillamente porque al ser consciente que debe cumplir con sus tareas y no lo hace, genera en usted una lucha interna donde dos pensamientos lo perturban: el primer pensamiento es “debo hacer esto”, y el segundo, “no quiero hacerlo”. Eso provoca un estado de ansiedad.

El apóstol Pedro también escribió algo referente a la postergación: “Por lo tanto, hermanos, esfuércense más todavía por asegurarse del llamado de Dios, que fue quien los eligió. Si hacen estas cosas, no caerán jamás, y se les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.” 2P.1.10,11, NVI. Sobre todo en la vida cristiana debemos evitar el mal hábito de la procrastinación, porque puede dañarnos nuestra entrada a los cielos.

Recuerde al personaje negligente de la parábola delos talentos, Mt.25:24,25, el gran procrastinador de la Biblia. Evite usted este tipo de conducta y cumpla con sus deberes, de seguro le irá muy bien. Viva bajo el principio de la responsabilidad, y verá cómo su vida cambiará, sus logros se multiplicarán, y usted no conocerá el estrés por el mal hábito de postergar.

REFLEXIÓN:

El cristiano ha perdido malos hábitos porque ahora es una nueva criatura. No permita que esta sombre del pasado lo persiga y lo merme en su vida cotidiana. ¡Sea diligente!.

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