ALGO QUE NO NOS PERTENECE
Se cuenta de un campesino que llevaba una carga enorme sobre sus hombros. Un conductor que pasaba sintió compasión de él y lo invitó a subir a la parte de atrás de su camioneta. El campesino aceptó y subió. Algunos kilómetros después el conductor se dio cuenta que el hombre aún estaba cargando su carga pesada en hombros. Señor – le dijo el conductor – ponga el saco en el carro para que usted descanse, no es necesario que lo siga cargando. El campesino replicó: no señor, ya es suficiente que me lleve a mí como para que tenga que llevar también mi carga.
Hermano, aunque le
parezca mentira, nosotros somos igual a ese campesino: hemos venido a Jesús, y
aunque nos invitó a descansar, seguimos obstinados llevando nuestras cargas.
Haber llegado a Jesucristo es no tener cargas sobre nosotros. De hecho, el Señor invitó a todos a llevar
sus cargas a él para descansar. Mt.11:28. Jesús retomó la invitación de Dios
hacia el hombre: “Echa sobre el SEÑOR tu carga, y Él te sustentará; Él nunca permitirá
que el justo sea sacudido.” Salmo
55:22 LBA.
Dios se preocupa por nuestras preocupaciones
Realmente Dios quiere
relevarnos del duro trabajo que nos ha tocado pasar en este mundo. Son
demasiados los versículos donde él nos invita a descansar en él, en los cuales
somos invitados a dejar de preocuparnos y dejarle a él toda ansiedad.
1.
Salmos 37:5 “Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.”
2.
Mateo 6:25-32, esta es la porción que nos instruye a dejar
de preocuparnos por el día de mañana. Es bueno que lo leamos y dejemos de
preocuparnos por nuestras dificultades.
3.
La preocupación de Dios por sus hijos es real
y constante Romanos
8:32
“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”
Cada uno de estos pasajes
nos hace ver la invitación de Dios de descansar en él y dejar nuestras
preocupaciones en él sin importar qué tipo de aflicciones sean. Dios quiere
preocuparse por nosotros. Quiere que tengamos plena confianza en que estamos seguros en él. Es una necedad saber
esto y continuar con nuestras cargas. No
tiene sentido.
Preocupación y desobediencia
Los sufrimientos grandes
solo se presentan como resultado de la desobediencia: al tomar nosotros las
cargas, y no dejarlas en las manos de Dios como manda la Escritura,
desobedecemos ese mandamiento, y como resultado lo que obtenemos es sufrimiento
y no solución. Porque, admitámoslo, no está en nuestras manos solucionar las
cargas.
Por eso, cuando una
persona pasa por un mal momento y pide que la dejen sola, que no quiere hablar
con nadie, que quiere pensar, realmente lo que está haciendo es buscar la
privacidad para torturarse con la carga, el resentimiento, la culpa y la
frustración. Con esa actitud de aislamiento lo que realmente se logra es que la
carga sea aún más pesada.
Entonces, la evidencia
más clara de que hemos dejado de confiar en el Señor es la preocupación. Quien
está preocupado por cualquier circunstancia que atraviesa nos está diciendo que
aunque ya va en la camioneta, todavía lleva el bulto en hombros.
Entonces, ¿cuál es nuestra parte?
¿Todo esto quiere decir
que debemos dejar de actuar? De ninguna manera. Pero sí debemos entender que
debemos dejar nuestras aflicciones en las manos de Dios. Hacer esto sin sentir
temor es realmente difícil, pero es necesario. La parte nuestra es “descasar en
el Señor”, nada más. Pedro lo dice de esta forma: “Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en
las manos de Dios, porque él cuida de ustedes.” 1P.5:7.
Si no logramos hacer
esto, estamos viviendo en la carne, bajo pensamientos opresivos y destructores.
Resultados:
“Y la paz de Dios que
sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
Fil.4:7. El resultado de obedecer la voz de Dios de entregarle nuestras cargas
es la paz, la cual viene como producto de evacuar de nuestra mente la
preocupación y el temor. La paz, la tranquilidad son las mayores evidencias de
nuestra entrega de la carga emocional al Señor.
Liberación es otro
resultado. Parte de la misión del Señor era “dar libertad a los cautivos”,
Lc.4:18. Por supuesto, se trata del cautiverio de nuestras preocupaciones,
traumas y frustraciones.
Cuando podemos depositar
nuestras cargas en él, nuestra fe en Dios se desarrolla y nos volvemos más
fuertes, además de que con fe agradamos al Señor.
Reflexión y oración:
Recuerde que solo conocer
esta gran verdad sobre sus preocupaciones no es suficiente, es necesario
practicar la liberación de las cargas
tal como el Señor lo enseña. Por eso, le
invito a realizar una sencilla oración para lograr un significativo avance en
este sentido, y para que en algún momento, usted sea libre de cualquier
opresión:
Señor, pido perdón porque
he desobedecido tu palabra que me manda a depositar mi carga en ti. Ya que tu
palabra me manda eso, reconozco que esta carga no es mía, te la entrego, tú
sabes qué hacer con ella. Gracias porque soy libre de ese peso, y gracias por
tu gran preocupación por mí, esa preocupación me demuestra que puedo estar
libre de preocupaciones personales, y
abierto a recibir toda la abundancia de paz, seguridad, provisión que tú
prometes. Te entrego mi carga, ya no me pertenece porque es tuya. En el nombre
de Jesús, Amén.
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