CÓMO AUMENTAR LA FE

 


Hebreos 11:13-16

Nosotros sabemos que debemos tener fe en el Señor.  Hemos recibido exhortaciones constantes de creerle a nuestro Dios; pero no basta solo con decirle a una persona que tenga fe para que esta la desarrolle. Es necesario que conozcamos la forma de vivir nuestra fe y lograr con ella todos los propósitos que tenemos en nuestra vida.

El escritor de Hebreos nos da algunas ideas importantes de cómo desarrollar fe y vivirla en profundidad:  

En la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, creyéndolo y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.  Los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria,  pues si hubieran estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver.  Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos, porque les ha preparado una ciudad. He.11:13-16, RV.95

“Con fe siempre hay algo mejor”.

1.   Mirándolo:

La fe es el poder de visualizar lo que uno desea. El mismo escritor de Hebreos dice: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. La fe inicia con la visualización de lo que deseamos. Si usted tiene un objetivo, comience a visualizarlo, a verlo en su mente, póngale forma en sus pensamientos.

La persona de fe sigue viendo su objetivo en su mente, no tomando en cuenta obstáculos que pudieran nublar su visión.

Además, razona su visión, quintando de su mente cualquier argumento que niegue la posibilidad de obtener lo visionado.

A mediados del siglo veinte, en la ciudad de Bangkok, Tailandia, el gobierno quería construir una gran carretera que pasara a través de un pueblo. Pero en la ruta de esta carretera que se había planeado, estaba un monasterio budista con una pequeña capilla, así que, ellos tenían que reubicar el monasterio a otro lugar, lo cual incluía una estatua de Buda muy pesada, que media cerca de tres metros de altura. Usando una grúa, los trabajadores del gobierno movieron el monasterio sección por sección. Cuando los trabajadores transportaron la estatua de Buda a su nuevo lugar y comenzaron a colocarla, el barro de la estatua comenzó a quebrarse y a caerse. La gente tenía miedo debido a que este era un precioso símbolo religioso para ellos, y ellos no querían que fuera destruido. Mientras más intentaban los trabajadores poner la estatua en su lugar, más material se caía de ella, y eventualmente, todo el barro se estaba cayendo.

De repente, los trabajadores se quedaron asombrados porque, a medida que el barro se caía, algo inesperado se estaba revelando: la estatua estaba hecha de oro puro por debajo del barro. Antes de que la estatua fuera movida, la gente pensaba que valía como cincuenta mil dólares, Hoy en día, ese Buda de oro vale millones de dólares, y debido a la historia que tiene, es visitado por cientos de miles de gentes cada año.

Esta historia nos ilustra el hecho de que lo que vemos no necesariamente es lo que realmente existe. Muchos están viviendo vidas de barro, cuando podrían ser de oro puro. Nuestras vidas no reflejan lo que somos realmente o aquello que podemos llegar a ser.

2.    Creyéndolo:

Esta palabra indica dos cosas: 1) que quienes creyeron se dejaron convencer por los argumentos del Señor de que recibirían lo que esperaban. 2) que quienes creyeron se convencieron a sí mismos de que lo prometido era verdad. En resumen: escucharon los argumentos y terminaron convenciéndose a sí mismos de la realidad que creyeron.

“Creyéndolo” también indica que la persona se argumenta a sí misma para fortalecer su idea, su creencia. Actualmente deberíamos estar convencidos de que el poder de Dios es suficiente para llevarnos a obtener cualquier objetivo en esta vida. Por favor, piense en tantas cosas buenas que ha recibido de Dios por medio de la fe, y convénzase que esas cosas son los argumentos con los cuales Dios le dice: soy poderoso, podés creer en mí para suplir todas tus necesidades.

3.    Saludándolo.

Después de tres años y medio de no ver a mi familia, algunos meses sin mi esposa y mis hijos, al entrar por la calle principal de mi barrio, tenía un gran deseo de volver a  verlos. Cuando llegue, hubo abrazos, lágrimas, y mucha emoción, especialmente de mi abuela, que lloraba de la alegría por tenerme nuevamente a su lado.

Una experiencia similar me ocurrió con mi sobrina mayor. Después de un viaje de algunos meses a Estados Unidos, al regresar, ella era una de las personas que me estaba esperando con emoción, y cuando me vio, me abrazó y lloró. Nunca olvidaré sus lágrimas, porque jamás imaginé que mi presencia para ella fuera tan grata.

Todo esto nos ilustra el significado de “Saludándolo”. Esta palabra es clave. Nos llama  la atención a las emociones que sentían los que creyeron en Dios. Era tal la convicción que sentían los que creyeron, que incluso dice que saludaban lo que esperaban. Uno puede pensar que estos estaban locos saludando aquello que aún no tenían, pero esto es importantísimo: desarrollaron emociones en cuanto a lo que esperaban. Saludándolo es el acto de abrazar y besar con emoción a alguien que esperamos.

Imagine que usted comienza a pedir al Señor algo específico, pero no desarrolla emociones al respecto, es como si dudara de recibir lo que pide. Todos hemos conocido personas que se preparan para hacer un viaje que realmente quieren realizar, están emocionadas, dicen que no hallan las horas de que llegue el día y estar en el lugar, sienten emoción por realizar el viaje que quieren. Esto fue precisamente lo que hicieron aquellas personas que le creyeron a Dios: comenzaron a sentir lo que creyeron.

Usted y yo debemos desarrollar emociones respecto a lo que queremos, debemos llenarnos de gozo cuando lo imaginemos, debemos dar gracias a Dios por ese bien que estamos esperando de él, en fin, debemos vivir emocionados por eso que estamos esperando.

4.   Confesando:

Lo hemos dicho muchas veces, pero es necesario recordarlo: demos por hecho con nuestras palabras aquellas cosas que esperamos recibir, no olvidando que las palabras tienen el poder de hacer realidad lo que confesamos: Lo que uno habla determina la vida y la muerte; que se atengan a las consecuencias los que no miden sus palabras. Prv. 18:21, PDT.  Veamos Romanos 4:17: “como está escrito: «Te he puesto por padre de muchas naciones.» Y lo es delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos y llama las cosas que no son como si fueran.

La confesión, es, posiblemente, el elemento más importante en la estrategia de engrandecer nuestra fe, ya que las palabras son “LA PRIMERA MATERIALIZACIÓN DE LO QUE QUEREMOS RECIBIR”, y es esta la manera de forjar en nuestros pensamientos la idea de lo que deseamos alcanzar.

Walter Machado es un joven que creció con nosotros en el grupo de jóvenes.  Él siempre decía que quería ser mecánico de aviación, y que se iría a estudiar al extranjero para lograrlo. Yo no creía lo que decía ese muchacho.  Pero con el tiempo, él se fue a vivir a Costa Rica, trabajó por un tiempo, y mientras estaba por allá me comentó que buscaba un país donde pudiera estudiar lo que deseaba.  Finalmente decidió irse a vivir a Guatemala, porque según él, allí podía finalmente estudiar lo que quería. Él no paraba de hablar de ese asunto.

Varios años después, en una visita a Guatemala, pude verlo, con una vida estable, una familia, y sobre todo, pude ver la materialización de sus palabras: se había convertido en mecánico de avispón, tenía un buen puesto y ganaba muy bien.  Él abandonó su país desde muy joven para lograr su meta, y nunca dejó de confesar que quería ser mecánico de aviación hasta que lo logró.

Una última cosa:

Hemos comentado varias palabras que encontramos en estos versículos de Hebreos, pero falta algo importante en la ecuación de la fe: objetivo. Las personas que le creyeron a Dios, creyeron que él podía darles una patria, en este sentido, la fe no es ciega, porque sabe específicamente lo que quiere. No se trata solo de creer, es creer que recibiremos algo. La fe no es tonta, sin objetivo. La fe se centra en algo y da por hecho eso. Cuando nuestra fe tiene un objetivo, ese mismo objetivo sirve para intensificar nuestra fe, porque es solo cuando deseamos algo que podemos desarrollar todo lo anterior.  Si decimos creer, pero no tenemos nuestra mira puesta en algo, es imposible desarrollar el tipo de fe que Dios espera que tengamos.

REFLEXIONEMOS:

1.    La fe es el resultado de un proceso continuo de ver, de convencerse a sí mismo, de sentir lo que deseamos y confesarlo constantemente.

2.    Póngale nombre a su fe: familia en paz, transformación de mi personalidad, vida espiritual más intensa, abandono del hombre viejo, prosperidad, etc. Experimente emociones respecto a lo que quiere, comience a sentirlo, deséelo, haga como si ya lo tiene en las manos, en fin, procure cada día hacer el ejercicio de la fe, solo de esa forma su confianza en Dios se desarrollará, y sin duda usted obtendrá lo que espera.

3.    Si quiere realmente vivir, tenga fe, desarrolle su fe. Solo así podrá vivir con emoción en esta vida.

 

 

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