Este es uno de los pasajes que más me ha estremecido el corazón, y esa conclusión: “amigo de pecadores”. Ese Jesús al que se etiqueta así, es un Jesús incomprendido, alguien que no calzaba en las estructuras religiosas de ese tiempo, y quizás, no calzaría tampoco en las nuestras. Imagino que si el Señor apareciera nuevamente entre nosotros, lo crucificaríamos de nuevo. ¡Qué tragedia! Él tenía cercanía con aquellos a los que se desecha en las iglesias, personas de mala referencia, para no describir claramente. Decían que él se hacía acompañar de golosos, de personas tomadoras. Y una vez, se le vio conversando con una samaritana, también una mujer de mala reputación le lavó los pies con sus lágrimas. Un religioso jamás haría lo que él hizo: tocó a un leproso, Marcos 1:41, y otro día entró en casa de un ladrón confeso llamado Zaqueo: “si he defraudado a alguien le devolveré cuatro veces más”. Una persona solo devolvía cuatro veces más cuando debía devol...