EL PODER DE LA RESURRECIÓN
U
|
sted ha escuchado los nombres de Tomás, Pedro,
Andrés, Juan, Santiago, Bartolomé, etc. La mayoría de nosotros sabemos quiénes
son: los apóstoles de Jesucristo. Pero, ¿quiénes eran ellos antes que Jesús los
llamara? ¿Qué los hizo ser recordados en la historia?
Estos eran hombres del pueblo, comunes, varios de
ellos pescadores, otro era cobrador de impuestos, alguno era guerrillero, Simón
el zelote, etc. Sencillamente los recordamos porque un hecho trascendente
cambió sus vidas para siempre: la resurrección de Jesús. De no haber sido por
Jesús, todos estos hombres habrían sido ignorados para siempre.
Algunos años con el Señor
Se calcula que Jesús pasó con estos hombres unos
tres años, enseñándoles, haciendo milagros frente a ellos, mostrándoles que
verdaderamente él era el Mesías, el Hijo de Dios. Sin embargo, ni las
enseñanzas ni los milagros del Señor lograron tocar profundamente el alma de
estos hombres, pues aunque anduvieron con Jesús por varios años, se acobardaron
en el momento más tenso, cuando arrestaron al Señor. Incluso, cuando lo creían
muerto, estaban encerrados en una casa por temor a las autoridades religiosas:
“En la noche de ese mismo domingo, los discípulos se reunieron en una casa. Las
puertas de la casa estaban bien cerradas, porque los discípulos tenían miedo de
los líderes judíos.” Juan 20:19. No fue ni la compañía ni las enseñanzas de
Jesús lo que transformó la vida de los
doce, pues aún actuaban con temor.
El hecho que trastocó sus vidas
“Jesús entró, se puso en medio de ellos, y los saludó
diciendo: ¡Que Dios los bendiga y les dé paz!” Juan 20:19. Esta era la primera
vez, después de resucitar, que el Señor se aparecía a sus discípulos. Fue aquí
donde inició un cambio profundo en la vida de estos hombres.
En esa ocasión inició un gran movimiento, primero en
la vida de los discípulos, luego en la ciudad entera: la divulgación del Reino
de Dios por medio de la predicación. Los que un día abandonaron al Señor, ahora
arriesgaban sus vidas por el mensaje que predicaban. Algo los había cambiado:
ver a Jesús vivo nuevamente. La resurrección fue la chispa que encendió la
hoguera y arrancó el temor de sus vidas.
Cuando los discípulos vieron al Maestro vivo,
primero se llenaron de alegría, luego de un inmenso valor, que a la mayoría de
ellos los llevaría a la muerte. De hecho, la resurrección de Jesús tiene un
inmenso poder para cambiar el rumbo y la vida de cualquier ser humano, al igual
que pasó con los apóstoles.
Definitivamente, todos los seres humanos deberíamos
tener un aliciente que dé sentido a nuestra vida y que la llene de plenitud.
Lamentablemente, ningún sistema de este mundo ha podido conducirnos con éxito
hacia esa plenitud. Pero Jesucristo, aquel humilde carpintero de Nazaret
apareció en el escenario humano para conmover los cimientos de la humanidad, y
ser el motor que impulse nuestras vidas hacia la realización total. ¿Cómo? Con
el poder de su resurrección.
Después que vieron a Jesús resucitado, los
discípulos dejaron el encierro y comenzaron a proclamar el mensaje que el Señor
les había encomendado. Encontramos a un valiente Pedro delante de las
autoridades religiosas, diciendo: “Dígannos, entonces: ¿debemos obedecerlos a
ustedes antes que a Dios? ¡Nosotros no podemos dejar de hablar de todo lo que
hemos visto y oído!” Hecho 4:19,20. Este no es el Pedro que negó a Jesús tres
veces, sino el que contaba con el poder de la resurrección del Señor.
¿Qué puede hacer la resurrección por
usted?
¡SÍ! Lo mismo que hizo por los apóstoles y por miles
de personas a lo largo de la historia: darle un nuevo sentido a su vida. La
resurrección puede reorientar su camino, y darle nuevos objetivos. Es el poder
que necesita para que finalmente las cosas comiencen a cambiar a su favor.
Soy testigo del impacto de la resurrección en mi
propia vida, cómo esta vino a darle sentido, orientación y propósito a lo que
soy. Tenía dieciséis años cuando conocí a Jesús. Para entonces mi vida no tenía
rumbo, ni objetivos, ni logros importantes, nada. Incluso, por alguna razón,
llegué a pensar que mi vida terminaría a los diecinueve. Pero una mujer, mi
madre espiritual, me habló del Señor, de su sacrificio y de la necesidad de
entregarle mi corazón a él. Las palabras de aquella señora me conmovieron, y el
9 de noviembre de 1986 me entregué a Jesucristo.
Allí fue cuando algo comenzó a cambiar. Ya no vivía
al azar, ahora miraba claramente mis metas, sentía pasión por Jesús y predicaba
su palabra.
Después de dos años de mi conversión, ingresé al
seminario teológico, donde recibí entrenamiento para predicar y entender mejor
la Biblia. Unos años después, conocí a una linda chica en la comunidad
cristina, y con ella formé mi familia. A estas alturas, Jesús me daba
conocimiento y la familia que tanto anhelaba desde mi juventud.
Poco a poco me fui llenando de compromisos en cuanto
a predicar y escribir sobre Jesús, así que por esa razón, con treinta y cuatro
años ingresé a la universidad, para cumplir uno de mis sueños: estudiar lingüística.
Esto me daría más elementos para desarrollar un mejor ministerio para aquel que
murió por mí. Ahora ya no pongo límites a lo que puedo lograr, sencillamente
porque cuento con el poder de la resurrección del Señor.
Cuando era joven, nunca imaginé hasta dónde podía
llegar al entregarme al Señor: viajo por muchos lugares compartiendo lo que
Cristo me enseñó, hago lo que me gusta, escribir, tengo el privilegio de conocer
muchísimas personas y ser testigo de cómo muchas de ellas se entregan a Jesús.
Estoy lleno de proyectos que se van realizando poco a poco. Sin embargo, no
puedo decir que haya logrado nada por mérito propio. ¡Todo se lo debo a Jesús, y al poder de su
resurrección en mi vida! ¡Jesús me hizo sentir útil y reorientó mi camino para
devolverme el valor que en mi mente yo había perdido!
Reflexionemos:
Después de reflexionar en la resurrección, y de
valorar el impacto que tuvo en la vida de los apóstoles y en la mía, un
pensamiento taladró mis sentidos: el poder de la resurrección de Jesús puede
engrandecer, sin límites, a cualquier persona que, de todo corazón, decida
entregar su vida a él.
Cuando alguien ha entendido la resurrección del
Señor, su vida tiene que cambiar, porque Jesús transforma, da sentido y valor a
lo que antes creíamos insignificante. ¡Experimente el poder de la resurrección
en su vida!
Comentarios