Lic. Bruno Valle G. Un hombre paseaba con su hijo de cuatro años junto a unas cavernas. Como todos los niños que tienen la manía de arrojar cosas, el niño lanzó a la caverna una piedrecita, y por primera vez escuchó el sonido del eco: tac, tac, tac… El niño tomó la iniciativa, se acercó a la caverna, y gritó: horrible, y se oyó el eco, horrible, horriblebleble… Espantoso, espantososososo, asqueroso, asquerosososos. Y el niño empezó a temblar. Le preguntó al papá: papá, qué es este sonido. El papá se dio cuenta que era una excelente oportunidad para darle una lección a su hijo, le dio apoyo en los hombros, y le dijo: hijo mío, vuelve a escuchar, y el papá gritó en la caverna: bello, bellollollo, hermoso, hermosososo, extraordinario, extraordinarionarionario… y el eco repetía. Y el niño feliz, preguntaba: papá, ¿qué es? El padre contestó: recuérdalo siempre, hijo mío, es la vida, como la llames te contestará. Así es, la vida sabe responder, y su respuesta está basada ...