EL PROCESO DE LA OBEDIENCIA
Obedecer es una de las cosas más
difíciles de hacer. ¿Por qué? Porque es un proceso de varias etapas, cuando
alguna de ellas es omitida, difícilmente se puede obedecer. El carácter
obediente de Rut se destaca, no solo porque sigue las instrucciones de Noemí, Rut
3:3,4, sino porque también debe obedecer las instrucciones de Booz, Rut 3:4,
11-13. Sencillamente ella es una mujer dispuesta a obedecer.
Al leer el librito de Rut, usted
se dará cuenta que ella es una mujer cuyo papel solo es obedecer. ¿Qué hace que
una persona tenga esta virtud?
El proceso de la
obediencia
Oír
La obediencia es un proceso de
varios niveles. A esta palabra está asociada otra, es la palabra oír.
Muchas veces en la Biblia, en el Antiguo Testamento se traduce también la palabra hebrea para
obedecer como oír: “Oye, hijo mío, la instrucción de tu
padre, Y no desprecies la dirección de tu madre;” Prv.1:8. RV60. Usando
lenguaje literal, debería decir: “obedece, hijo mío”…
Un
pasaje muy singular en el que se juntan ambas ideas, obedecer y oír, está en
Gn.3:17: Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te
mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con
dolor comerás de ella todos los días de tu vida.
La
actitud de José fue notable, al no cumplir los deseos de la mujer de su amo,
Gn.39:10, pues no la escuchó.
La
palabra griega para obedecer significa literalmente “oír desde abajo”, es decir: escuchar bajando la cabeza, escuchar
con sumisión o atender, como lo hacían los esclavos del tiempo de la Biblia,
Hch.12:13. El cristiano debe escuchar sumisamente la voz de Dios. Entonces, en cierta forma, la obediencia conlleva el quebrantamiento de la voluntad para someterse a la de otro.
Así que la obediencia es un proceso que inicia con oír el mandato, o los deseos de
alguien para ser llevados a cabo. Esta fue la disposición de Rut, que oyó los
consejos de su suegra y dijo que haría exactamente lo que ella sugería.
Rut.3:5.
Persuasión
El
segundo paso de la obediencia es la persuasión. En el Nuevo Testamento se
utiliza una palabra específica para traducir persuadir, como en Mt.27:20. Este
pasaje narra que los sacerdotes hablaron a la multitud y con sus palabras la
persuadieron a pedir la muerte de Jesús. Persuadir indica oír una voz, dejarse
convencer por esa voz y hacer caso, Hch.5:40. Así que primero se oye, luego se
es persuadido por lo que se oye. Como dice el diccionario de Vine: “La obediencia sugerida
no es la de sumisión a la autoridad, sino que resulta de la persuasión”. Obedecemos solo cuando estamos completamente
convencidos de que la orden recibida es correcta y oportuna. Rut quedó
persuadida de que las instrucciones de su suegra eran correctas y necesarias,
por lo tanto, obedeció. Rut.3:5. Una persona puede obedecer hasta estar
convencida que lo que Dios dice es correcto. Piense: ¿nos puede ordenar el Señor
que no esté bien?
Fe
Un tercer elemento involucrado en
la obediencia es la fe. También en el diccionario de Vine encontramos la
siguiente idea:
“Cuando una persona obedece a Dios da con ello la única evidencia
posible de que en su corazón cree a Dios. Naturalmente, es la persuasión de la
verdad lo que resulta en fe (creemos porque somos persuadidos de que la cosa es
cierta…)
Al ser
persuadidos, se genera en nuestra mente una convicción de fe, y a la vez, una
acción externa, es decir, lo que creemos nos lleva a actuar porque estamos
convencidos. De hecho, Rut confió, con certeza de fe, que lo que haría tendría
algún buen resultado, aunque no sabía exactamente cuál. Simplemente lo creyó.
En
resumen: la obediencia es un proceso en la conciencia y en las acciones de las
personas, que se inicia con oír, luego con ser persuadió por lo que se ha oído,
nos dejamos convencer; después sigue la fe, se cree lo que se dice. Finalmente,
el resultado de todo este proceso es la acción, conforme a lo que se escuchó.
A lo largo de la Biblia se
muestran grandes ejemplos de obediencia en hombres que lucharon por hacer la
voluntad de Dios, aunque esa obediencia pareciera conducirlos a actos ridículos
o reprochables, como en el caso de Noé, Gn.6:22; también Abraham, dejó su
seguridad y todo lo que tenía por cumplir la voluntad de Dios, Gn.12:4. La
obediencia de Abraham traería sobre él la bendición que Dios le había
prometido, Gn.18:19. Moisés y Aarón fueron registrados en la historia de la
Biblia como grandes protagonistas por ser sumisos a las órdenes del Señor,
Ex.7:6.
La obediencia provee a las
personas una comunión íntima con el Señor, Ex.19:5. Y su favor por muchas
generaciones, Nm.14:24.
Si
hablamos de Dios, la obediencia a su voluntad es de máxima complacencia para
él. Lo podemos comprobar en las palabras de Samuel a Saúl, 1Sm.15:22. Por eso,
el oír la palabra y no obedecerla es un asunto engañoso, Stg.1:22-25, que no
trae ningún beneficio a quienes actúan de esa manera. Además, como ya se ha
dicho, la obediencia contiene también la confianza en que lo que se ha es
correcto. Así que desobedecer implica desconfianza.
¿Por
qué, entonces, no obedecemos?
¿Qué
hacer?:
De hoy
en adelante pongamos mucha atención en el mensaje de Dios cada vez que lo
leamos o escuchemos, y pensemos en él para que este nos convenza. Por último,
procuremos en todo momento ponerlo en práctica, no esperando el momento para
obedecer, sino buscando la oportunidad para practicar la obediencia.
Reflexionemos:
Si
usted no es obediente a la palabra, algo está fallando en el proceso de la
obediencia, y puede ser que sea lo primero: ha dejado de oír con atención la
voluntad del Señor. Imitemos a Rut en su obediencia y pidamos al Señor que nos
dé un corazón sumiso a su palabra.
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