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EL ÉXITO ES LA META DEL FRACASO


Tal vez nunca lo hayamos pensado, pero muchas personas consideraron el sacrificio de Jesús como un fracaso: “y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido”. Is.59:3. Según este pasaje, Dios estaba azotando, hiriendo y abatiendo a Jesús, es decir, Dios estaba castigando al Señor. Lo que le estaba ocurriendo, se lo merecía. Veinte siglos después, eso que para muchos fue un fracaso, ha demostrado ser la victoria más monumental en toda la historia humana.

El fracaso es parte de la vida, y usted lo puede comprobar, si vuelve hacia atrás los ojos de su conciencia para recordar aquellas cosas que emprendió y le salieron mal. Sin embargo, lo más probable es que esté valorando equivocadamente esas experiencias dolorosas, y les esté llamando fracaso cuando en realidad son peldaños que le han ayudado a ser mejor y a llegar hasta donde está ahora.

Pasa hasta en las mejores familias.  Según Gn.15:1-3, Abraham se sentía fracasado.  Le dijo al Señor que sus promesas no le servían de nada, porque no tenía a quién dejarle todo lo que tenía. José, según Gn.40:15, sentía que era injusta la situación que estaba viviendo, aunque no le iba tan mal, sus palabras tienen un tinte oscuro de fracaso. Moisés fue el gran libertador del pueblo para llevarlos a la tierra prometida, pero fracasó en aquello que era su gran objetivo, no pudo entrar él mismo a esa tierra prometida, Nm.20:12. Podríamos resumir la lista de fracasados citando un versículo muy claro: Todas las personas que hemos mencionado murieron sin recibir las cosas que Dios les había prometido.” Hebreos 11:13. ¡Wow! ¡Impresionante! No alcanzaron lo que buscaban.

Pero para ponerle la cereza al pastel, para terminar de escribir esa lista, bien podríamos poner su nombre, el mío, el de cada persona que conocemos, porque a todos nos ha ido mal en algunas ocasiones.

Sin embargo, deberíamos reestructurar nuestra definición de fracaso, si es que queremos aprender algo de él. El fracaso es solo una puerta que se cierra para dirigir nuestra mirada a muchas otras que pueden abrirse. Es decir, fracasar es una oportunidad de reinventarnos, para hacer las cosas diferente.  Siempre habrá mil maneras de lograr nuestros objetivos.  Un ejemplo claro es el caso de Pedro, según Juan 21:15-17, esto nos deja ver que Jesús le hizo ver a Pedro la puerta que estaba abierta para él, después del fracaso de la negación: “apacienta mis corderos”.  Jesús le estaba señalando una nueva ruta, otra puerta que él no había visto aún.

No fracasamos, porque realmente fracasar solo es una forma en la que se nos reencamina a la ruta correcta. Cuando estaba realizando mi monografía para obtener mi título en lengua y literatura, la profesora Susana nos llamó a Carla y a mí para hacernos algunas observaciones sobre nuestro protocolo de investigación. Aunque nosotros estábamos seguros que nuestro trabajo estaba muy bien, la profesora nos señaló muchísimos errores, tantos, que casi tuvimos que reconstruir el trabajo.  Mi compañera me culpó por los errores cometidos.  Yo traté de tranquilizarla, pero fue inútil.

Cuando hicimos las correcciones señaladas, nos dimos cuenta que la profesora Susana tenía razón en todo lo que nos había señalado. Cada error fue para mí un aprendizaje importante. Aprendí más sobre redacción por aquellos errores, que en varios cursos sobre escritura.  Todo esto me ayudó para convertirme en corrector de estilo de una editorial unos tres años después. En resumen, FRACASAR ES APRENDER.

El verdadero fracaso es aquel del que no aprendemos nada, porque dejamos pasar la experiencia sin sacar ningún provecho de ella.  Nunca olvide esto: el fracaso es un gran maestro, porque nos ayuda a tener raíces para el éxito, porque el éxito necesita del fracaso para ser un verdadero éxito. Se dice que Pedro murió crucificado de cabeza, ¿por qué? Porque no negó al Señor. El fracaso de la negación le dio raíces en su carácter para el momento de su ejecución, y así, tener el valor suficiente para no negar nuevamente al Señor.  Jesús ya se lo había dicho en aquella ocasión junto al lago, Jn.21:18,19.

También fracasar significa adquirir experiencia. ¿De qué sirve fracasar sin avanzar? ¿De qué sirve solo estarse lamiéndose las heridas, haciéndose la víctima de las circunstancias? La experiencia son las alas que el fracaso le da para que sepa cómo conducirse en esta vida y que cada vez las cosas le salgan mejor.

Por último, lo invito a aprovechar el fracaso, porque CADA VEZ QUE FRACASAMOS, ESTAMOS MÁS CERCA DEL ÉXITO, si es que sabemos valorar el fracaso como una gran herramienta para nuestro crecimiento y el alcance de nuestras metas.

 

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