LA METAMORFOSIS


Mucha gente piensa que recibirá lo que pide en oración solo porque oró. Y es cierto que la Biblia dice “Pidan, y Dios les dará”, Mateo 7:7. Sin embargo, recibir no es así de fácil. Deberíamos dejar de pensar que la oración es “una lámpara de Aladino”, que solo se frota para que aparezca el genio que otorga cualquier deseo. No es así. El cuentecito ese es solo “una fábula” que ilustra la forma en la que el ser humano quisiera que fueran las cosas: recibo todo lo que quiero solo con desearlo.

Para recibir cualquier cosa que pidamos, hay un secreto dicho a voces: EL CAMBIO. Sí, debemos convertirnos en aquello que pedimos, de lo contrario, ¿cómo podremos recibir? Se lo explico con dos o tres ejemplos:
Una persona ora a Dios diciendo que quiere mejorar su economía, que ya no quiere vivir en tanta pobreza. Pues bueno, hay varias cosas que están asociadas a la prosperidad económica: el trabajo diligente, el ahorro, la buena administración, la generosidad, etc. ¿Acaso Dios puede darle una fortuna a alguien que no puede administrarla? Sino, veamos el ejemplo del Hijo Pródigo, “Pródigo” significa “derrochador”, “Gastador” y hasta “Desordenado”. Es muy claro, según esa historia, que ese muchacho jamás había trabajado para ganar dinero, y una vez que lo tuvo en sus manos, lo gastó sin ningún reparo. Él no era una persona capaz de tener dinero, y la prueba de ello es clara: a los pocos días se estaba muriendo de hambre, a pesar que había recibido una gran fortuna.
Sin duda alguna, quien quiera prosperar en la vida, tener abundancia, debe convertirse en aquello que quiere, un buen trabajador, un buen administrador de sus ingresos. Debe educarse financieramente para tener lo suficiente.
Usemos otro ejemplo, luego finalizamos con un tercero. Una persona ora por sus hijos, pidiendo que sean buenos hijos. Usted ya sabe el “Equivalente” de tener buenos hijos, es “ser buenos padres”. El profesor que quiere buenos alumnos no puede conformarse con impartir clases mediocres de un centavo y esperar grandes resultados de un millón de dólares. ¡Así no funciona la vida! Para ser un padre orgulloso, primero debemos ser padres dedicados, interesados en la educación en principios y valores de nuestros hijos.
El otro ejemplo es el de un cónyuge que pide el cambio de su pareja, sin duda alguna, él ha de ser aquello que pide en oración: una excelente pareja para su cónyuge. Por supuesto, este mismo principio se aplica a cada una de las cosas que usted pida en oración, si, a cada una y a todas las cosas que pida en oración. ¡Usted ha de convertirse en aquello que pide!
Es por eso que sostengo, digo y repito: el primer milagro que la oración produce, es el cambio personal, el cambio de uno mismo. Y recuerde muy bien esto: el mundo no cambia de afuera hacia adentro, no, todo cambia de adentro hacia afuera, es decir, el cambio inicia por nosotros primero y se extiende a nuestras circunstancias. Es por esto que la oración produce una metamorfosis, genera ese cambio en nosotros que nos prepara para recibir todo lo que queremos.
Y una cosa más: la oración no es magia, como la lámpara de Aladino, que ahora no está y enseguida aparece. ¡No! La oración es milagro, es el milagro de su transformación personal, es el milagro que produce el cambio que usted necesita para recibir.
¡Cambie, para recibir!

Saludos afectuosos de Lic. Bruno Valle G.

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