JOSÉ, UNA VIDA DE CONVICCIONES

Lic. Bruno Valle G. 

La firmeza de lo que creemos se mide por el grado de disposición que tengamos para sufrir por dichas creencias. José, el padre terrenal de Jesús, era un hombre con creencias definidas. Estuvo dispuesto a hacer lo bueno sin importarle el dolor que le causara. Sin embargo, José tenía otra característica: no solo hacía lo bueno, sino que intentaba hacerlo como se debía. 

Tomando decisiones en momentos difíciles

Cuando María le habló acerca de su embarazo, José sabía que él no era el padre. Como conocía bien a María, al explicarle ella lo sucedido y ver la actitud que tenía hacia la criatura que iba a nacer, debió ser difícil  para él pensar que su novia había hecho algo indebido. Sin embargo, alguien era el padre de la criatura y le era difícil aceptar que ese "alguien" fuera Dios. José decidió terminar con su compromiso, pero estaba decidido a hacerlo de manera que no trajera consecuencias graves a María. Intentó actuar con justicia y con amor.

José sabía que la ley decía que María debía morir, Dt.22:23,24, pues resultó embarazada, pero no de él. Esta era una opción que tenía: denunciarla, y que pagara las consecuencias de su pecado. La otra opción era abandonarla sin desacreditarla, aunque le achacaran el embarazo a él. Tomó la segunda opción porque “era un hombre justo”. Mt.1:19.

¿Cómo tomar buenas decisiones?

José decidió abandonar a María secretamente, es decir, no quiso perjudicarla. Un hombre lleno de rabia y celos, bien podía reclamar justicia, pero él basó su decisión, no en lo que pudo sentir, sino en los principios espirituales que creía. Esto nos enseña que cuando estamos basados en la Palabra de Dios, no será muy difícil tomar decisiones correctas y que agraden al Señor, aunque las circunstancias sean difíciles.

Que la Palabra se convierta en convicciones

Pero podemos creer en la Palabra y aun así no actuar conforme sus mandamientos. ¿Por qué? Porque muchas veces la estudiamos pero ella no afecta nuestras creencias. Para que la Palabra de Dios sea efectiva en nuestras vidas, hemos de creerla sinceramente y que se convierta en nuestras convicciones. José estaba convencido que lo mejor era no hacerle daño a María. Esto lo había aprendido de la Palabra de Dios.

Una convicción es estar convencido sobre algo, basados en razones o creencias.  Una convicción es algo que nos da la dirección de nuestra vida, ya que estamos plenamente convencidos que nuestra convicción es correcta. La vida de José estaba basada en la convicción del amor, por lo tanto, no quería perjudicar a su prometida.

Cuando las personas creen algo de todo corazón, cuando están convencidas que es correcto y que no puede haber otra mejor forma de vivir, son capaces de morir por sus convicciones. Un ejemplo de esto lo encontramos en Ananías Misael y Azarías, los tres amigos de Daniel, quienes mantuvieron su convicción de que solo Dios era el Dios verdadero y se reusaron a adorar la estatua del rey bajo pena de muerte, Daniel 3:13-27. También Daniel, Dn.6, tenía grandes convicciones espirituales, y se reusó a dejar de orar al Señor.  Por eso lo echaron en una fosa llena de leones. 

Cada vez que leamos la Palabra, o la oigamos, debemos creerla con tal entusiasmo, que ella se convierta en nuestras convicciones. A partir de allí, negarnos a vivir de otra forma que no sea como Dios lo manda.

Guiados a una mayor obediencia

José decidió dejar a María, esa fue la mejor opción, pero al demostrar ser un hombre justo y obediente a la voluntad de Dios, el Señor le mostró una tercera opción: casarse con la muchacha. Él fue sensible a la voz del Señor, y obedeció sin cuestionar. De esa forma, fue guiado por el Señor a una obediencia mayor. Esto nos muestra que cuando obedecemos en lo sencillo, podemos obedecer en los grandes momentos de decisiones difíciles. Un corazón obediente inicia por dar importancia a los detalles y poner en primer lugar la palabra de Dios.

APLICACIÓN

Jesucristo enseñó que si obedecemos su Palabra, nuestra vida será como una casa que está basada sobre una roca, Mt.7:24,25, la cual es indestructible. Como José, al obedecer la voz de sus convicciones, basadas en la voluntad de Dios, podremos tomar decisiones correctas en los momentos más difíciles, y nuestra vida no sufrirá prejuicio alguno, pues nos guiamos por lo que enseña el Señor en su Palabra.

Los sentimientos no son medidas adecuadas de las acciones buenas o malas.  José no se basó en lo que sentía para actuar, sino en lo que Dios decía en su Palabra.

Recompensas de un corazón obediente

Dios premió la integridad de José, permitiéndole criar a Jesús como su padre. Esta debió ser una inmensa bendición para este padre maravilloso. También, José era un hombre humilde, pues era carpintero de oficio, pero Dios lo usó, independientemente de su humilde posición social. Al demostrar ser obediente, el Señor lo llevó a una obediencia mayor, y de esta forma, pudo tener una existencia plena.

REFLEXIONEMOS:

Si basamos nuestra vida en la Palabra de Dios, nunca tendremos problemas para tomar una decisión, así las cosas nos saldrán bien y agradaremos siempre al Señor.


¿Qué tanto cree usted en la Palabra de Dios y hasta dónde estaría dispuesto a llegar por ella? 

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