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LA IGLESIA MÁS IMPORTANTE DEL NUEVO TESTAMENTO


 

Cerca del año 54 de la era cristiana, Pablo llegó a una ciudad de Asia Menor, Éfeso, de unos 250 mil habitantes para ese tiempo. Pablo se estableció allí por un tiempo importante, Hch.20:31. 

Al llegar a Éfeso, lo primero que encontró fue un grupo de “discípulos”, una pequeña sexta de la doctrina de Juan el Bautista. Lo más probable es que una de las enseñanzas de este pequeño grupo era esperar la venida del Mesías que el propio Juan había proclamado. Así que cuando Pablo llegó, les completó el mensaje del evangelio, y fueron bautizados.

Pablo predicó más de tres años en aquella ciudad, Hch.19:9,10. Jesús se volvió famoso por boca de Pablo en toda aquella región. Es impresionante lo que ocurrió allí: los enfermos eran sanados poderosamente por la unción de Pablo, y hasta hubo oportunistas que querían aprovechar esa circunstancia de sanidades para lucrar con el nombre de Jesús, Hch.19:13. Un endemoniado puso en su lugar a estos que querían aprovecharse de la situación.

Fue increíble cómo, producto de la predicación y la presencia del Espíritu Santo, muchos que practicaban la magia negra, renunciaron a sus prácticas y lo demostraron quemando libros de hechicería muy costosos, 19:19. Si hacemos la conversión, promediando el peso de las 50,000 piezas de plata que dice el texto que costaban todos los libros, estamos hablando de unas 21,155 onzas de plata, al valor actual, serían unos 330,000 dólares americanos. El evangelio tuvo tanto poder, que causó arrepentimiento visible en aquel pueblo.

El alboroto en Éfeso, instigado por algunos comerciantes de ídolos, 19:21ss, indica el impacto de la predicación en ese lugar. Pablo se marcha y quedan algunos de sus asistentes para dar continuidad a la obra. 

Posteriormente, llega a Mileto y convoca a líderes de la Iglesia en Éfeso para despedirse de ellos.  Parte de las palabras que les dirigió, fueron estas:» Cuando yo muera, vendrán otros que, como si fueran lobos feroces, atacarán a todos los de la iglesia. también algunos, que ahora son seguidores de Jesús, comenzarán a enseñar mentiras, para que todos en la iglesia los sigan y los obedezcan. Hch.20:29,30, TLA. Estas palabras son impresionantes, porque se volvieron realidad al 100%.

Según el NT, el Apóstol de los Gentiles, les escribió una carta, “La epístola a los efesios”. También envió un colaborador suyo muy importante, Timoteo, para asegurarse de corregir algunas cosas que estaban aconteciendo en esas iglesias efesias, 1Ti.1:3ss. Según se nota, un tipo de judaísmo-gnóstico, había llegado a esa región, porque las discusiones se centraban en listas de nombres, prohibiciones del matrimonio y abstinencia de algunos alimentos, entre otras cosas, 1Ti.1:4; 2Ti.4:1-3. Fue como lo dijo Pablo en Mileto, “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.” Hch.20:29, RV60.

Pero, el mensaje más fulminante, y que lo deja a uno frío de asombro, es el que Jesús mismo les dirigió: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor”, Ap.2:4, RV60. Los versículos circundantes a estas palabras dicen que ellos, los cristianos efesios, eran muy trabajadores, sufridos por la causa de Cristo, pero ya estaban haciendo las cosas sin amor, aunque trabajaban muchísimo.

El Señor les hace una advertencia: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.” Ap.2:5. “De dónde has caído”, es una frase fácil de entender: habían caído de su primer amor, ya no tenían el mismo sentimiento por el Señor, ese sentimiento del principio que lo llenaba todo. Habían caído de la cumbre del amor, y cuando el amor se pierde, se ha perdido todo. Jesús quería que volvieran a amarlo como al principio.

Las iglesias son importantes en sus inicios, mantienen el fuego del amor, que poco a poco va perdiendo intensidad. La potencia se acaba.  Es como manejar un vehículo, cuando arrancamos, el motor ejerce poder porque vamos acelerando, pero cuando dejamos de acelerar, el motor deja de ejercer su poder.  El carro no se detiene de inmediato, porque va corriendo por impulso, pero si no pisamos el acelerador, en algún momento se detendrá.

Así es la fuerza del amor, hace que todo funcione.  Cuando se deja de amar, las cosas no se paralizan de inmediato, pero en algún momento, todo dejará de funcionar.


Es increíble cómo, esta iglesia tan importante del NT, perdió la fuerza del amor.  Dejó de ser lo que era, para convertirse en nada.  Observe cuánta importancia se le da en el NT: Pablo estuvo allí más de tres años, escribió una carta para ellos, mandó a Timoteo como delegado, e incluso, las cartas enviadas a Timoteo en cierta forma eran para Éfeso también, y por último, el mismo Señor Jesús les manda una misiva, Ap.2:1-7.

Lamentablemente, la iglesia desapareció como comunidad cristiana, a pesar de la importancia que tuvo en aquel lugar.  Es lo que pasa cuando se pierde la fuerza del amor.  Es lo que ocurre cuando dejamos de centrarnos en la enseñanza de Cristo y divagamos por conjeturas sin fundamento. La “importancia no es nada, cuando se pierde la fuerza del amor”

Un día leí unas palabras de un predicador, decía que “la doctrina es más importante que el amor”.  Nunca más volví a saber de él. No sé si desapareció del cristianismo. No sé si tendría razón este hombre, pero mejor sigo las palabras de Jesús: “en esto conocerán todos que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros”. Al menos, haciendo esto, estaré seguro de seguir algo que Jesús enseñó.

¡Por muy importantes que sean nuestras iglesias, que jamás pierdan la fuerza del amor, porque es el amor lo que mantiene vivo el movimiento originado por Jesús, su iglesia!

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