¡SIEMBRE PARA MIL GENERACIONES!
Indiscutiblemente somos el producto de nuestras
generaciones pasadas. Hemos tenido dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos,
etc. En cierta forma, cada una de estas personas ha influido en nuestra formación
de alguna manera. Es como una pirámide invertida cuyo último ladrillo somos
nosotros, recibiendo el peso enorme de las costumbres y hábitos que nos han
sido transmitidos.
Lamentablemente,
por lo general, esta herencia generacional ha sido negativa, y nosotros somos
el producto de ella, y es muy probable que por esto nuestra vida es como es,
desafortunada en gran medida y carente de muchos principios que nos pueden dar
una mejor existencia.
Cuando nos damos cuenta
de esto, podemos hacer dos cosas:
1.
Seguir
como estamos y heredar a nuestros hijos y generaciones todo lo que somos. De
esa forma el ciclo continuará y la infelicidad se perpetuará.
2.
O
podemos decidir hacer un alto y cambiar el rumbo de nuestra existencia, para
nuestro beneficio personal, y el beneficio de nuestros hijos y nuestras futuras
generaciones.
No podemos cambiar el
pasado, pero sí podemos modificar el futuro. El poder está en nuestras manos.
¿Qué dice la biblia?
“…yo
soy el Señor tu Dios, Dios celoso que castiga la maldad de los padres que me
odian, en sus hijos, nietos y bisnietos; pero que trato con amor por mil
generaciones a los que me aman y cumplen mis mandamientos.” Ex.20:5,6.
El
Señor castiga la maldad de los hombres hasta la cuarta generación, esto quiere
decir que la misericordia de Dios es infinita, porque el castigo solo abarca
cuatro generaciones. ¡Realmente Dios tiene compasión! Pero también su perdón y
amor por nosotros son aún más grandes, pues “trata con amor a los
obedientes por mil generaciones”, es decir, para siempre. Mientras el castigo
dura poco, cuatro generaciones, el amor y la bendición se extienden para
siempre, mil generaciones.
¿Dios castiga al hijo
por el pecado del padre?
Definitivamente
no, Ezequiel 18:20 lo asegura. Pero en el primer versículo que citamos se dice
que el Señor castiga la maldad de los hombres hasta la cuarta generación. ¿Por
qué los biznietos han de responder por errores del bisabuelo? La palabra que se
utiliza para “maldad” más que pecado significa “hábito”. Lamentablemente, “los
malos hábitos” se heredan y repiten en las familias, y no es que Dios castigue
al hijo por el pecado del padre, lo que pasa es que el hijo cometió el mismo
pecado del papá, en un movimiento cíclico. Hasta que la cadena de “maldades” o
“malos hábitos” se rompe, es que hay liberación y pueden venir a la vida las
bendiciones y prosperidad del Señor. Mientras usted no decida romper con la
cadena de malos hábitos y conductas reprochables, no puede esperar que Dios lo
visite con prosperidad.
Siembre para mil
generaciones
Usted
puede venir de una familia con antecedentes de alcohol, adulterio,
deshonestidad, y quién sabe cuántas cosas más. ¡Rompa con el ciclo! Propóngase
abandonar todas aquellas cosas que le causan estancamiento y frustración.
Comience a sembrar en su familia, especialmente en sus hijos, semillas de
buenos hábitos, conductas deseables que ellos reproducirán. Buenos sentimientos
que los harán grandes personas. De esta manera usted asegurará, no solo el
futuro de sus hijos, sino de todos sus descendientes.
En
el hogar, antes que cualquier persona, los padres son llamados a educar a sus
hijos por el camino del bien. Puesto que el hombre es la cabeza del hogar,
tiene la responsabilidad de orientar
hacia el éxito la vida de sus hijos. Piense por un momento en cien años después
de usted: en su familia hay hombres y mujeres de bien, profesionales trabajando
por la sociedad, personas de influencia que aportan a sus semejantes, todo
porque usted decidió romper con el ciclo y sembrar para las futuras
generaciones una semilla que dé buen fruto. Usted puede decidir en el presente
la prosperidad de muchas personas en el futuro con solo transmitir hábitos y
creencias basadas en la Palabra de Dios.
Para muestra un botón
Un
autor rastreó a dos familias estadounidenses en un período de doscientos años,
los resultados fueron sorprendentes: Max Jukes era un ateo que se casó con una mujer pagana, y entre 560
de sus descendientes, se encontró que 310 murieron pobres, 150 fueron
criminales, 7 de ellos fueron asesinos, 100 borrachos, la mitad de las mujeres
prostitutas. Esta familia costó al
gobierno de Estados Unidos más de 1,25 millones de dólares del siglo XIX.
Jonathan Edwards, contemporáneo de Jukes, hizo a Dios su
prioridad. Se casó con una cristiana, y un estudio de 1394 descendientes de él
dio el siguiente resultado: 295 se graduaron de la universidad, de estos 13 se
convirtieron en presidentes universitarios, y 65 en profesores, 3 fueron
electos como senadores de los Estados Unidos, y otros 3 como gobernadores. 30
fueron jueces, 100 se convirtieron en abogados, 56 fueron doctores, 75 fueron
oficiales en el ejército, 100 fueron grandes misioneros, predicadores y autores
prominentes, otros 80 tuvieron algún cargo público, de los cuales 3 fueron
alcaldes de ciudades importantes. Uno de ellos fue contralor de la república, y
otro más fue vicepresidente.
Reflexione:
Usted podría ser el iniciador de una nueva generación,
usted puede impactar el futuro de una forma rotunda y directa por medio de la
buena enseñanza a sus hijos.
Si se queda de brazos cruzados, su existencia habrá
sido en vano, y hasta puede que perjudicial. Piense en sus hijos y el derecho
que ellos tienen de ser felices, deles la oportunidad de ser felices sembrando
en el presente las semillas de un futuro glorioso. ¡Siembre para mil
generaciones!
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