LLAVE QUE ABRE LOS CIELOS.
Orar es la única forma que tenemos para abrir los cielos. Sin embargo, es necesario hacerlo con persistencia.
Hay dos cosas que pueden ocurrir con una petición: la primera es que podemos cansarnos de pedir y pedir, así que desistimos. La segunda, es continuar pidiendo hasta que obtengamos lo deseado. Santiago dice que cuando no somos persistentes, es que realmente no queríamos lo que estábamos pidiendo, y también demostramos incredulidad, porque cuando nos cansamos de pedir es que no creemos que Dios contestará nuestras oraciones, Stg.1:6-8. La persistencia es un signo de fe en Dios y en la oración.
Al leer las palabras de Santiago: “Quien es así, no crea que va a recibir nada del Señor…” v.7, refiriéndose al de doble ánimo, comprendemos el deseo de nuestro Dios de ver nuestra persistencia, para que esta sea premiada. Debemos orar por las cosas que deseamos realmente y depurar nuestras oraciones de tanto palabrero que de todos modos no impresionan al Señor en nada.
He notado que en mis oraciones personales por aquellas cosas que estoy pidiendo con persistencia, me encuentro con una actitud: mientras más pido, siento mayor alegría, porque sé que mis peticiones están más cerca de ser contestadas. No veo las respuestas como algo lejano. Entonces, la persistencia produce fe.
Uno de estos días, me asombré al ver a una vecinita de unos diez años. Meses atrás comenzamos a orar por ella. Le fue detectado cáncer en la sangre, leucemia, y sus padres nos pidieron que oráramos por ella. Enseguida todos en la congregación comenzamos a interceder por la pequeñita. En todas nuestras oraciones estaba su nombre. En cada anuncio en la congregación hacíamos la petición a los hermanos de interceder por ella ante Dios. Ese día que la vi, me dijo que estaba completamente recuperada, y su aspecto era saludable, como nunca antes. Le tocaba asistir al hospital el mes siguiente, pero lo dijo con optimismo. Es necesario aprender a orar, y no soltar al Señor hasta que nos bendiga.
Oremos con persistencia para recibir lo que pedimos, y recordemos que acá en este mundo la oración es nuestro recurso más poderoso para mantenernos en fortaleza espiritual. Persistamos en oración, pues dejaremos de orar hasta que Cristo venga.
Hay dos cosas que pueden ocurrir con una petición: la primera es que podemos cansarnos de pedir y pedir, así que desistimos. La segunda, es continuar pidiendo hasta que obtengamos lo deseado. Santiago dice que cuando no somos persistentes, es que realmente no queríamos lo que estábamos pidiendo, y también demostramos incredulidad, porque cuando nos cansamos de pedir es que no creemos que Dios contestará nuestras oraciones, Stg.1:6-8. La persistencia es un signo de fe en Dios y en la oración.
Al leer las palabras de Santiago: “Quien es así, no crea que va a recibir nada del Señor…” v.7, refiriéndose al de doble ánimo, comprendemos el deseo de nuestro Dios de ver nuestra persistencia, para que esta sea premiada. Debemos orar por las cosas que deseamos realmente y depurar nuestras oraciones de tanto palabrero que de todos modos no impresionan al Señor en nada.
He notado que en mis oraciones personales por aquellas cosas que estoy pidiendo con persistencia, me encuentro con una actitud: mientras más pido, siento mayor alegría, porque sé que mis peticiones están más cerca de ser contestadas. No veo las respuestas como algo lejano. Entonces, la persistencia produce fe.
Uno de estos días, me asombré al ver a una vecinita de unos diez años. Meses atrás comenzamos a orar por ella. Le fue detectado cáncer en la sangre, leucemia, y sus padres nos pidieron que oráramos por ella. Enseguida todos en la congregación comenzamos a interceder por la pequeñita. En todas nuestras oraciones estaba su nombre. En cada anuncio en la congregación hacíamos la petición a los hermanos de interceder por ella ante Dios. Ese día que la vi, me dijo que estaba completamente recuperada, y su aspecto era saludable, como nunca antes. Le tocaba asistir al hospital el mes siguiente, pero lo dijo con optimismo. Es necesario aprender a orar, y no soltar al Señor hasta que nos bendiga.
Oremos con persistencia para recibir lo que pedimos, y recordemos que acá en este mundo la oración es nuestro recurso más poderoso para mantenernos en fortaleza espiritual. Persistamos en oración, pues dejaremos de orar hasta que Cristo venga.
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