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EL RETO DE SER MADRE SOLTERA


“El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos indicó que en Nicaragua, hasta hace algunos años, había un 28.3% de madres solteras a partir de los 15 años. En las zonas urbanas esta cifra incrementa en un 34.2% en comparación con el 19% de las zonas rurales.” END, Martes 28 de Septiembre de 2010 Sandra Ardón, Nicaragua


Criar hijos es un verdadero reto, y este se multiplica cuando es la madre quien tiene que hacerlo sola. Como se ha anotado, los casos de madres solteras se están multiplicando en nuestro país. Esta es una realidad que amerita consejos prácticos para orientar a las jóvenes, que por alguna causa, se encuentran en la tarea de criar a sus hijos “solas”.

  1. La madre soltera necesita asumir su realidad, sin llegar a creer que esa condición es un obstáculo para triunfar. Sus ojos deben estar puestos en el futuro, en las metas para llenarse de esperanzas. Estas le darán fuerza para el camino. Si observa solo el presente, se estancará.
  2. Al no tener un hogar dirigido por un hombre, tiene el gran privilegio de tomar decisiones.
  3. La madre soltera tiene el reto de tener un plan de crecimiento personal que le permita desarrollar sus aptitudes y lograr superarse de manera individual. Con el tiempo esto le permitirá desarrollar su papel de una manera más fácil y con mayores recursos.
  4. La pregunta del Millón, y la respuesta de los diez millones:  ¿Dónde está mi papá? Esa pregunta hay que contestarla sin victimizarse. Si adquiere el papel de víctima, esto puede  perjudicar a los niños, ya que muchas mujeres al sufrir este abandono y no asimilar el hecho, toman la decisión de crear un drama que provoca resentimiento en sus hijos. Recuerda una cosa esencial: si el padre es el ausente, tú eres la constante en la vida de tus hijos.
  5. Y el reto más grande de todos: educar a sus hijos, apoyándolos, impulsándolos a desarrollar sus talentos, para que crezcan con las competencias que les ayudarán a destacarse en un mundo competitivo y salvaje como el nuestro.
Por si cree que es difícil asumir, como madre soltera, estos retos, quiero contarle la siguiente historia:

Stanley Ann Dunham: El espíritu más generoso

Stanley Ann Dunham (1942-1995), no fue solamente la antropóloga impulsora del microcrédito en Indonesia, sino también la mentora, entre 1988 y 1992, de varios programas de microcrédito rural en distintos países de Asia y Oceanía.

Ella nació en un pequeño poblado de Texas en 1942, es decir, durante el segundo año de la segunda guerra mundial. Su padre, que trabajaba en una plataforma petrolífera, hubiera preferido tener un hijo varón más bien que una hembra, por eso no tuvo escrúpulo en darle un nombre masculino.

Cuando creció, Stanley estudiaba antropología en la Universidad de Hawai, fue allí que se enamoró del único colega africano de su promoción, que frecuentaba las clases de ruso como ella. Stanley, que tenía apenas 18 años, se casó con el joven de 28 en Hawai. Pese a las objeciones, tanto familiares como sociales, hubo boda en febrero de 1961, cuando Stanley tenía tres meses de embarazo. Poco después, el 4 de agosto de 1961, dio a luz a su primer hijo.

El matrimonio entre los dos jóvenes universitarios duró poco: en 1963, dos años después del nacimiento del niño, su esposo se marchó de casa para seguir sus estudios en Harvard sin ella y sin su hijo, decisión que él había tomado cuando el niño tenía un año. El plan del padre era regresar a Kenia con su nueva familia, una vez finalizara su maestría, pero Dunham decidió no seguirlo, quizás al enterarse de que estaba ya casado con otra mujer en su país natal. Stanley tuvo que criar al pequeño como una madre soltera, aunque disponiendo de la ayuda intermitente de su propia madre. Stanley solicitó el divorcio en 1964. Desde entonces mantuvo durante toda su vida una amistosa correspondencia con su ex marido, asegurándose de que su hijo supiera de los logros profesionales del padre ausente. El pequeño sólo vio a su padre una vez más, cuando tenía 10 años.

Stanley retomó sus estudios cuando su hijo tenía dos años. En la Universidad conoció a Lolo Soetoro, indonesio. Se casaron y la familia se mudó a Yakarta en 1967.

Stanley se levantaba de madrugada para darle a su hijo cursos de refuerzo de inglés. Como el niño no tenía contacto con su padre, era ella quien le enseñaba a apreciar su herencia afroamericana, contándole historias sobre la lucha contra la esclavitud. No se contentaba con leerle o hacerle leer libros, sino que le hacía escuchar discos de Mahalia Jackson y discursos del reverendo Martin Luther King. Cuando el pequeño le dijo, con 10 años, que deseaba estudiar la secundaria en Estados Unidos, ella accedió de inmediato.

Con el pequeño estudiando en Estados Unidos, la madre, ya separada de su segundo esposo, vuelve con su hija a Indonesia, pues Stanley tenía la intención de consagrarse al estudio del desarrollo rural, especialmente al de las mujeres, y a la promoción del microcrédito como medio eficaz para lograr este desarrollo.

Para realizar sus proyectos obtuvo acuerdos con la banca indonesia, con la Agencia de Cooperación Internacional del Gobierno de Estados Unidos y con la Fundación Ford, llegando a ser contratada como consultora en Pakistán. Su trabajo fue tan eficaz, que su principal legado profesional fue el establecer en el país el programa de microcrédito, objetivo por el que trabajó de manera particularmente intensa de 1988 a 1992. En la actualidad, ese esfuerzo beneficia a 31 millones de personas.

Stanley no descuidó en ningún momento el trabajo científico que sustentaba sus esfuerzos socio-económicos con hondo enraizamiento antropológico. Ella se doctorado en 1992. Jamás sintió temor de tomar riesgos.

Se mantuvo activa hasta que en 1994 se le diagnosticó cáncer de útero y ovario. Murió a los 52 años de edad, el 7 de noviembre de 1995.

Son muchos los adjetivos con los que la prensa estadounidense describe en la actualidad a Ann Dunham, la mujer que forjó el carácter del primer hombre de ascendencia afroamericana que escribiría un gran capítulo en la historia de Estados Unidos. El nombre de aquel pequeño, hijo de aquella madre soltera, emprendedora e incansable, es Barak Obama, primer hombre afroamericano en ser presidente de aquella gran nación.

PIENSA:


Las madres solteras nunca deben tener un sentimiento de culpabilidad por haber quedado embarazadas. Los hijos nunca son un error, si no la gran oportunidad de hacer un gran aporte a este mundo. 

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