¡HIJO MÍO, ABSALÓN, HIJO MÍO!
Lic. Bruno Valle G.
Uno de los personajes más grandes
en la historia bíblica es el rey David. Este monarca fue llamado “varón
conforme al corazón de Dios”. Esta distinción nos hace ver el grado de
intimidad que mantuvo con el Creador. Sin embargo, también fue alguien que
fracasó en muchos aspectos de su vida.
David no fue un buen padre.
Absalón y Tamar eran los hijos
que David tuvo con Maaca, los cuales tenían una apariencia muy hermosa1.
El medio hermano de Absalón, Amnón, se enamora febrilmente de Tamar, pero este
no sabe cómo conquistar a la muchacha, así que trama un plan, y termina violándola2.
Una vez que sacia sus deseos, el amor que sentía por Tamar se esfumó, y en su
lugar, Amnón sintió un odio tan grande, que superó el amor que una vez sintió
por su hermana.
Cuando todo había terminado, Amnón
sacó de su casa a la chica, la cual se marchó humillada, y contó todo a su
hermano Absalón. Este, enfurecido, contó a su padre lo que Amnón había hecho a
Tamar, esperando que David reaccionara e hiciera cumplir la ley, la cual
ordenada matar a los violadores3. Sin embargo, David quiso evitar el
escandalo, y se portó indiferente ante la falta tan grave de su hijo Amnón.
Pero quien nunca lo olvidaría sería Absalón. Esta fue una de las primeras faltas graves de
David como padre: ser indiferente ante los problemas que pasaban sus hijos. Los
hijos se pierden por falta de un padre atento y lleno de interés por los
problemas de sus hijos.
Pasados dos años, Absalón hace
una fiesta para matar en ella a su hermano Amnón. Todos los príncipes asisten
al jolgorio, hasta Amnón, pero David no está presente. En un momento
específico, Absalón da la orden y su hermano es brutalmente asesinado. Absalón
tiene que huir de Jerusalén. Ese día, el rey David pierde dos hijos, uno
asesinado y el otro autodesterrado.
Al cabo de tres años, por
solicitud del general del ejército, Joab, el joven vengador regresa a
Jerusalén, pero sin la posibilidad de ver a su padre el rey. En el corazón de
Absalón se va gestando un estado de amargura contra su padre por varias
razones:
A- No
hizo lo correcto cuando Tamar fue violada.
B- Le
importó más “el qué dirán” que la justicia.
C- No
restableció la relación con su hijo Absalón, la cual ambos anhelaban, pero
David fue controlado por el orgullo en este caso.
Estos tres errores le traerían algo grave a David no muchos
días después.
Al mejor estilo de los políticos populistas
de todos los tiempos, Absalón comienza a cabildear con el pueblo y a poner la
gente a su favor:
“Absalón se levantaba temprano y
se colocaba junto a la entrada de la
ciudad para ver a los que iban a presentar sus casos para ser juzgados ante el
rey David. Entonces Absalón hablaba con ellos y les decía: «¿De qué ciudad
eres?» La persona contestaba: «Soy de tal y tal tribu de Israel».
"Entonces Absalón le decía: «Tú estás en lo justo, pero el rey no te
escuchará ». También le decía: «¡Cómo
quisiera que me nombraran juez de este país! Así podría ayudar con una solución
justa a todos los que vinieran a mí con sus problemas». También si alguien se
le acercaba y se postraba rostro en tierra, Absalón lo saludaba y le daba un
beso. Hacía lo mismo con todos los israelitas que iban a ver al rey David para
ser juzgados. Así Absalón se ganó el corazón de todo el pueblo de Israel.” 4
Así, el hijo rebelde trama una
gran conspiración, y finalmente, David huye desterrado porque su propio hijo le
ha quitado el trono. La negligencia de David llevó al Joven Absalón a
convertirse en un renegado contra su propio padre. Absalón sale con su ejército
a perseguir a David, pues ya no quería solo el trono de rey, sino que quería
matar a David, su padre. El rey David era el culpable de todo lo que estaba
pasando y él lo sabía. Padre, tú puedes ser el responsable de muchas cosas que
pasan en tu hogar, con tus hijos. Los
sentimientos que se acumulan en los corazones de ellos tú mismo los has
guardado allí.
Este joven era muy hermoso,
tanto, que la Biblia lo describe como “sin defecto físico”5. Absalón
se cortaba el cabello una vez al año, porque era tan espeso, que le pesaba
mucho, aproximadamente 7 libras. El año en que salió en persecución de su
padre, no se había cortado el cabello. Cuando iba persiguiendo a David, entró
cabalgando por una arboleda y en la carrera quedó colgado de un árbol, el
cabello se le había enredado. Cuando Joab lo encontró colgado por el cabello,
lo increpó por la conducta contra su padre, e inmediatamente le atravesó con
una lanza el corazón. Los demás escuderos que iban con el general Joab, también
hundieron sus lanzas en el cuerpo de Absalón hasta que murió. Metieron el
cuerpo del muchacho en un pozo, y sobre su cuerpo dejaron caer una gran
cantidad de piedras. Así terminó el joven Absalón y su rebelión.
Cuando el Rey David se entera de
la muerte de su hijo, da gritos de desesperación, diciendo: ¡Hijo mío, Absalón,
hijo mío! ¡Quién me diera haber muerto yo en tu lugar! David sabía que él era
el autor intelectual de la muerte de su hijo. Pero nada se puede remediar. Fue
negligente en su papel como padre, y ahora, no hay más que hacer, su hijo ha
muerto.
¡Hijo mío, Absalón, hijo mío!
Este grito de dolor expresa un fuerte deseo: ¡Cómo quisiera retroceder el
tiempo para cambiar de actitud con mi hijo/a! Los padres representamos una
figura de estabilidad y provisión para nuestra familia, pero sobre todo, de
amor. ¿De qué sirven los lujos, la comida, una buena casa, si los hijos carecen
de afecto, atención, de un abrazo cariñoso y comprensivo de sus padres? ¿De qué
sirve ser un rey, a costa de la felicidad de nuestra familia?
Usted es padre y ama a sus hijos,
trabaja duro para darles “lo mejor” lo que “usted nunca tuvo”. Pero se olvida de darles algo que tal vez sí tuvo:
amor, afecto, compañerismo, palabras de ánimo de “vos podés, seguí adelante”.
Estos sentimientos no se pueden adquirir con dinero. No se compran porque son
gratis, está en la voluntad del ser humano poder entregarlos.
Hoy es el día de abandonar la
negligencia, de pedir perdón al cielo por nuestras faltas como padres, y
también de pedir perdón a nuestros hijos por no haberlos amado como ellos
necesitan. Si su hijo a comenzado a gestar en su corazón un sentimiento de
amargura, un abrazo, una petición sencilla: “perdoname, no te he dado lo mejor,
mi amor, mi compañerismo, mi corazón”, podrían ser suficientes para que él
aplaque el enojo que siente contra usted.
Si sus hijos aún están pequeños,
¡qué gran oportunidad! Críelos con amor y mucho afecto. Pero si el tiempo ha
pasado, un hijo nunca es tan grande o “tan viejo” como para no necesitar un
abrazo, un beso. Deje de ser rey, y conviértase en un buen padre.
PARA PENSAR:
- Usted
es muy dedicado en su trabajo para proveer a su familia, nunca se olvide
de darles lo principal: amor, compañerismo, comunicación.
- No
ignore jamás las conductas de sus hijos, corrija lo deficiente en el
momento oportuno, pues si deja pasar las cosas incorrectas, puede ser muy
tarde cuando quiera cambiarlas.
- Jamás
un hijo/a es tan grande o tan viejo como para no necesitar un abrazo, una
palabra de ánimo, y quizás lo estén esperando con gran deseo.
LEA MÁS:
12Sm.14:25
2
2Sm.13:3-5
3Dt.22:25ss
42Sm.15:2-6.
Palabra de Dios para Todos.
52Sm.14:25,26
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