EL MEJOR ENTRENADOR DEL MUNDO
Los
hijos que nos nacen en la juventud son
como flechas en manos de un
guerrero.
¡Feliz
el hombre que tiene muchas flechas como esas! Sal.127:,5. DHH.
Un padre es un entrenador. Su
equipo es su familia, y las estrellas en los juegos son sus hijos. El papel del
padre, (coach) es llevar a sus jugadores a dar el máximo rendimiento para
obtener grandes victorias.
El entrenador debe visualizar las
aptitudes de sus jugadores y ayudarlos a maximizarlas. Conoce sus puntos ciegos[1]
y les ayuda a depurarlos para mejorar en su rendimiento. Si el jugador no tiene
una perspectiva correcta de sí mismo, el entrenador lo ayudará ubicándolo para
que logre avanzar. Un ejemplo de la vida real, y actual, nos ayudará como
ilustración.
Todo comienza con el número 35
que lleva en la camisera de juego el máximo anotador de Oklahoma City Thunder,
Kevin Durant. Este número es parte de su alma, de su ser. Para Kevin Durant es
una forma de recordar al hombre que inició su camino hacia la NBA. Una forma de
no olvidar a su primer entrenador, Charles 'Big Chucky' Craig, quien fue
asesinado en 2005 en un tiroteo a la edad de 35 años por intentar parar una
pelea callejera entre dos jóvenes. Craig no sólo había sido un entrenador.
Había sido una figura paterna para él. El padre biológico abandonó a la
estrella de los Thunder antes de cumplir un año y no volvió a aparecer hasta 12
años después. El alero tuvo que buscar un referente fuera de casa, a pesar de
que su madre Wanda intentó que no le faltara nada. Y lo encontró en Craig.
Durant y Craig se conocieron por
primera vez en los suburbios de Washington, cuando el jugador apenas tenía ocho
años. Desde el primer momento el entrenador infantil cogió al joven Durant bajo
su protección y le enseñó mucho más que las reglas y los fundamentos del
baloncesto. Le enseñó a ser persona.
“Craig hacía sentir a cada uno de
sus chicos como si fuera una estrella, por eso contaba con el cariño y la
simpatía de jugadores y padres”, dijo Durant
en una entrevista concedida a ESPN.
"Chuck, como le llamábamos,
me dijo que algún día podría ser muy bueno, pero que para ello tenía que
trabajar a conciencia. Él me hizo creer en mis posibilidades", afirma
Durant.
Es algo más que la historia de un
número. Es un recuerdo, un emotivo homenaje a aquella persona que hace 16 años
vio a una futura estrella de la NBA en un pequeño de ocho años. Hoy, ese número
35 con el nombre de Durant encima se ha hecho un hueco en el Olimpo de las
estrellas de la NBA, siendo la mejor forma posible de honrar al hombre que le
cambió la vida. Y aunque Craig no fue el padre biológico de Durant, actúo como
debe actuar todo padre: alentando y orientando a sus hijos para que alcancen
las alturas del éxito en este mundo.
Por medio del salmista, el
Espíritu Santo dice: “Los hijos que nos
nacen en la juventud son como flechas en
manos de un guerrero”. Salmo 127:4. Los
padres somos como el guerrero (héroe dice otra versión) que toma la flecha, apunta al objetivo, y lanza
la flecha. Ellos irán hacia donde
nosotros los dirijamos. Entonces, el futuro de nuestros hijos está en nuestras
manos. Por esto toma relevancia la metáfora del padre como el entrenador.
El mismo Durant asegura que él no
creía que podía lograr algo significativo en su vida. Jamás se vio como una
estrella de la NBA, sin embargo, un hombre que actuó como su padre lo estimuló
a tal grado, que pudo llegar al cenit del baloncesto. ¿Hasta dónde llegarán
nuestros hijos? Hasta donde nosotros los
estimulemos a llegar. Para lograrlo, son de relevancia los siguientes consejos,
si es que queremos triunfar como padres, para verlos a ellos triunfar como
hijos.
- Todo
ser humano tiene dones naturales, que bien encausados, pueden ser
maximizados para elevarlo a su máximo nivel. Procuremos detectar dónde son
más hábiles nuestros hijos, cuáles son sus talentos para poner énfasis en
ellos. Algunas veces los padres queremos realizar nuestros sueños en
nuestros hijos, y los obligamos a estudiar o prepararse en “algo que a
nosotros nos gusta” pero que a ellos no les interesa. De esa manera
podemos estar frustrando sus propios sueños.
- Apoyémoslos
en sus intereses. Cuando una persona siente que tiene un “punto de apoyo”
es capaz de mover el mundo. Ha recorrido el mundo el video del padre
australiano con un hijo parapléjico y parálisis cerebral, quien por muchos
años se estuvo entrenando para participar con su hijo en el Triatlón,
competencia compuesta por tres disciplinas, natación, nadando cuatro kilómetros, ciclismo, recorriendo 180
kilómetros y maratón, en el cual se
tiene que correr 42 kilómetros. Normalmente un atleta hace este semejante
recorrido en poco más de 8 horas, este padre, cargando con su hijo en toda
la competencia, realizó la hazaña en 17. Cuando atravesaron la meta ya por
la noche, se logra ver al muchacho contento y con aires de triunfo,
levantando sus brazos en señal de victoria.
- Debemos
pulirlos, ayudándolos a superar aquellos defectos que les impiden avanzar.
Por lo general, las personas somos siegas ante nuestros propios errores. No
somos conscientes de aquellas cosas que son evidentes ante los demás. El
padre ayuda a sus hijos a observar aquellas cosas en las cuales están
fallando sin darse cuenta, y así, pulen su carácter y limpian su camino al
éxito.
- Dediquemos
tiempo con ellos. El entrenador aparta tiempo para cada jugador, de esta
forma personaliza la atención, pues cada persona tiene sus propias
necesidades y expectativas. Este puede ser el punto en el que más fallamos
los padres. Conscientemente debemos corregir y entregarles a nuestros
hijos el tiempo que necesitan y que merecen de nuestra parte.
- El
entrenador también sabe disciplinar. Aún recuerdo el año en que Denis
Martínez, nuestro pitcher de grandes ligas, se hizo cargo de la selección
nacional de beisbol. Estableció disciplina, hizo correcciones que no
agradaron a muchos, impuso sanciones, y obtuvo un mejor rendimiento del equipo
como nunca antes. Aunque
muchos de los jugadores
“indisciplinados” se quejaron, Denis fue apoyado por las autoridades
deportivas, y lograron, a partir de esta experiencia, mejorar en gran
manera el rendimiento de nuestra selección nacional.
- No deja
que sus hijos se conviertan en individualistas, les ayudan a jugar en
equipo, y así, los triunfos son de la familia entera.
- Sabe
elogiar cada vez que es necesario y aun cuando no lo es. Posiblemente el
hijo solo necesita una palabra de ánimo para seguir adelante.
- Finalmente,
el padre es un sacerdote, porque debe orientar espiritualmente a sus hijos
y ayudarlos a amar a Jesús con todo el corazón. La Biblia dice: “Instruye
al niño en su camino, y aun cuando
fuere viejo no se apartará de él.” Prv.22:6. Este es el punto cumbre de
todos, pues de qué sirve que les enseñemos a nuestros hijos a ganarse el
mundo y al final perderse en el infierno, lejos de la presencia de Dios.
Somos entrenadores de nuestros
hijos. Está demostrado que cuando una
persona tiene un tutor, logra alcanzar un buen nivel y en la mayoría de casos,
triunfar en la vida. Tenemos, entonces, la responsabilidad de hacer crecer a
nuestros hijos. Los podemos formar y contribuir decisivamente, en el futuro que
tendrán en este mundo. Procuremos acentuar y estimular en ellos las pequeñas
cosas, pues son las pequeñas cosas las que producen grandes cosas. Seamos los
entrenadores que ellos necesitan para triunfar en la vida. Corramos con ellos
nuestro propio triatlón.
[1]
Un punto ciego es aquella zona que nuestra visión no abarca. En este caso, se
trata de defectos que nosotros no percibimos, pero que a los ojos de los demás
son evidentes.
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