MI AMIGO EL ESCRITOR: Efraín Valverde A.
La noche en que finalizó todo, me acerqué tímidamente
a él, y le pregunté si podía contestarme algunas preguntas. Yo estaba
interesado en su opinión sobre algunas ideas de cómo iniciar mi carrera como
escritor también. Solo le pedí unas
respuestas y él me ofreció una invitación: – Hermano, lo invito a cenar – me dijo
de manera directa – mañana lo espero a las siete en tal lugar – Gracias, pero
estoy con mi esposa y mis dos hijos – Tráigalos también, claro que sí –
extendió la invitación.
Para ese tiempo, mi esposa y yo pasábamos
muchos apuros económicos. La verdad es que esa invitación era una oportunidad
para salir y recrearnos un poco, algo que no solíamos hacer casi nunca. Llegamos
al lugar, pero nos quedamos del otro lado de la calle. No queríamos estar en el restaurante antes que
nuestro anfitrión. Cuando lo vimos entrar,
esperamos unos cinco minutos, y también entramos. Efraín era todo un caballero, nos recibió con
amabilidad, nos brindó asiento, y pidió enseguida la cena. Quiso hacernos sentir bien.
En esa cena nos pusimos de acuerdo para trabajar
juntos en los proyectos que él tenía para Costa Rica. Yo sería su contacto en
aquel país. También respondió varias de mis preguntas de cómo iniciarme como
escritor. Por lo menos para ese tiempo, yo había escrito algunos artículos que
fueron publicados en una revista cristiana.
Él me mandó a Cuba por unos días a establecer
contactos con algunos hermanos para enviar a la isla los videos y estudios de “Con
la Biblia Abierta”, y la noche que finalizó la campaña evangelística, que por
cierto, fue la campaña en la que se bautizó mi padre, Efraín me dijo: “Hermano,
lo felicito por su viaje y reporte sobre lo de Cuaba, quiero que vaya a Miami a
presentar este reporte, nosotros nos encargaremos de todo”. Yo no podía
creerlo, tendría la oportunidad de viajar a Estados Unidos y ampliar mi círculo
de trabajo. A la postre yo tenía veintinueve años nada más.
Con la solicitud de “Con la Biblia Abierta” a
cargo de Efraín y Rex Morgan, no fue difícil conseguir una visa, así que ese
mismo año, volé a Miami a pasar unos días con el escritor Efraín Valverde.
Entregué mi reporte, conocí personas, y participé en varios programas grabados
de “Con la Biblia Abierta”. Esos
programas eran transmitidos a nivel de América Latina, mediante la cadena “ENLACE”,
la equivalente de “CBN” de Estados Unidos.
Efraín hizo todo lo que pudo por mí. Quería apoyar al joven escritor que se había
acercado a él. Recuerdo dos consejos, de los muchos que me ofreció: el primero
en aquella primera cena del restaurante de San José, Costa Rica, “sea estable
en una congregación”. Y seguí al pie de la letra ese consejo, porque he estado
solo en tres congregaciones, la iglesia donde nací al cristianismo, fueron
quince años en ella, la iglesias de Hatillo Centro, en la cual me formé como
ministro y pasé cuatro lindos años, y la iglesia que inicié en 2004, la cual
dirigí por diecisiete años.
El lunes, después de mi predicación en la
congregación de Efraín Valverde, él pasó por mí para ir a almorzar, y mientras
íbamos, me felicitó por mi mensaje, y en un momento clave, me dijo: manejas muy
bien el español, con excepción de un verbo que usaste – me dijo – yo me quedé
pálido de curiosidad. – Dijiste “habrán en este lugar personas que quieran
entregarse a Jesús” – un verbo mal usado, y enseguida me explicó – El verbo “haber”
es impersonal, y en ese caso no se usa en plural. Debiste decir “habrá en este lugar personas
que quieran entregarse a Jesús” – pero no te preocupes – quiso acomodar – todos
lo hacen, hasta los presentadores de televisión. Por lo demás, todo estuvo bien – . Él era
filólogo y especialista en literatura hispanoamericana, así que aquel consejo
se convirtió en algo bíblico para mí.
Han pasado los años, y ahora me veo haciendo lo
mismo que él hacía: escribiendo libros, haciendo audios, grabando videos. Con
la diferencia que ahora es más sencillo publicar, por supuesto, por el alcance
de internet.
Aunque él era un hombre con una
elevada educación, jamás fue antipático, sino todo lo contrario, fue fraternal,
le gustaba rosarse con las personas y darles su amistad. No era un hombre
envanecido. Supo ser un amigo oportuno. Los que trabajaron con él podrán
confirmar mis palabras.
La última vez que le vi, 2008, lo
noté lleno de optimismo, a pesar que ya cargaba en sí el germen de la
enfermedad que le quitaría la vida para septiembre de 2011. El ejemplo de una
vida cristiana profunda y ejemplar, estuvo con él hasta los últimos días de su
peregrinar. Pocos son los hombres como Efraín Valverde, un verdadero conocedor
de las Escrituras, sin embargo, un hombre sencillo, amable y un estupendo
amigo. En nombre de esa amista, le dediqué mi libro “Palabra Viva”:
Dedicado a:
Efraín Valverde A.
Un verdadero cristiano, caballero y
amigo.
Comentarios